En últimos tiempos hemos visto cómo se ha vaciado de contenido la revuelta de Stonewall, apropiándose tanto de las figuras de Marsha Johnson y Sylvia Rivera, como de la historia del movimiento iniciado por la travas racializadas, migrantes que ejercían el trabajo sexual para continuar sin hacerse cargo de las demandas que las hijas de Sylvia y Marsha seguimos exigiendo 50 años después.
A 50 años de la rabia trava, seguimos careciendo de acceso a vivienda, de oportunidades en el mercado laboral, así como de una sanidad no patologizante, respetuosa de nuestras singularidades.
Seguimos siendo asesinadas y discriminadas por el simple hecho de existir y buscar nuestra propia felicidad.
A 50 años de la rabia trava, el trabajo sexual sigue siendo la tabla de salvación para sobrevivir en una sociedad que siempre nos ha negado el ingreso al mercado laboral formal. Estamos hartas de ejercer trabajo sexual sin un sólo derecho, siendo arma arrojadiza de políticas, feministas blancas arribistas y sujeta a tutelas colonialistas por parte de ong’s abolicionistas y pro derechos, asociaciones, cooperativas y demás fauna que vive muy bien de las putas, sin las putas.
A 50 años de la furia trava, las hijas de Sylvia y Marsha exigimos:
Decriminalización del Trabajo Sexual.
Derechos Laborales para las trabajadoras sexuales.
Aprobación urgente de la Ley Estatal Trans.
Implantación urgente de un cupo laboral trans en la oferta pública.
Soluciones habitacionales enfocadas al colectivo de las mujeres trans.
Asilo inmediato a las personas LGBTIQ asiladas y refugiadas.
Derogación de la Ley de Extranjería.
Derogación inmediata de la Ley Mordaza.